miércoles, 20 de agosto de 2008

Confesión de una amante de Edward


Todo lo que quiero en la vida es un matadoramente hermoso, inmortal, frío como el hielo, increiblemente blanco, de ojos dorados, conductor de un shiny volvo y pianista novio que con un toque me eleve, me robe la respiración con un beso y que brille bajo la luz del sol... 
¿Es que acaso eso es mucho pedir?

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